La Herencia Pedagógica del Padre Roberto Polain Cartier
Una visión humanista de la educación, a la luz de los actuales desafíos de sentido
Por: Juan Ignacio Canales de la Jara Rector Colegio Notre Dame 2004
"La educación debería ayudar a nuestros jóvenes
a descubrir adónde van y también, cuál es el puesto
que les corresponde en el tren de la vida"
Educar para la libertad
Sin duda que referirse al legado pedagógico del Padre Roberto Polain, nos pone en contacto con una percepción particularmente sensible del fenómeno educativo, reseñando una de las personalidades más lúcidas y preclaras de la educación chilena, presentes en nuestro país, entre los años 1952 y 1978.
Adelantándose a la costumbre habitual de las prácticas pedagógicas del Chile de los años 50 al 70, Polain incorpora una mirada fresca y renovada del hacer educativo, que ha dejado una profunda huella en la educación de nuestro país, hasta nuestros días.
Muchas veces no reconocido en su justa dimensión, este sacerdote, aventurero, colonizador y Scout, marcó las pautas de lo que vendría a ser el proceso de renovación pedagógica chilena; dotando de sentido el quehacer educativo y revitalizando la relación entre alumnos, profesores y padres de familia.
Arrancado de la Bélgica de la pos guerra, y luego de haber vivido el horror y la muerte, Polain llega a Chile con la esperanza de iniciar una vida nueva, en compañía de un notable grupo de familias belgas, como colono en la Patagonia chilena (Chile Chico).
A pesar de la experiencia de la Segunda Guerra mundial (o quizás debido a esto), Polain, abraza un compromiso esperanzador, conectado con las cuestiones esenciales de la experiencia humana y alejado de las formalidades de una vida centrada en la apariencia y la superficialidad.
La vida aparece para él como una cuestión demasiado importante y hermosa, al mismo tiempo que efímera, como para desgastarla en cuestiones accesorias. Está presente en Polain, el entusiasmo heroico en la "construcción del Reino" aquí y ahora.
Este es, sin lugar a dudas, un rasgo fundamental de su visión pedagógica. Por un lado, su gran esperanza en el humanismo y en la dignidad del hombre, por otro, su compromiso con aquello que verdaderamente le da sentido a nuestra existencia: su visión trascendente del hombre y del mundo, creado a "imagen y semejanza del Señor".
Esta manera de mirar la vida, le posibilitó intervenir en la educación desde la sencillez, desde lo simple, en un hacer minimalista de la acción educativa, conectando con naturalidad la teoría con la práctica, distanciándose de los formalismos propios de la "educación tradicional" de la época.
Desde esta perspectiva, para Polain la escuela deja de ser un lugar en el cual los niños van a "socializar comportamientos" para poder entrar al mundo adulto "verdaderamente preparados", para transformarse en una comunidad de vida, en la cual todos sus actores (alumnos, padres de familia y educadores), viven un proceso de transformación y aprendizaje que busca dar sentido a la profunda vocación existencial a la cual están llamados, desde la invitación amorosa del evangelio del Señor.
La escuela entonces, es para Polain una "casa grande" en la cual se entremezclan relaciones de aprendizaje y formación a escala humana; cara a cara, en un contacto próximo, en el cual la cantidad de actores no perjudica la calidad de una relación educativa provechosa para todos (alumnos, padres y profesores).
En este contexto, el camino elegido como ideal educativo en el hacer cotidiano, es la construcción de una experiencia pedagógica que declara su compromiso con una Educación para la libertad.
Este es, el eje esencial; el motivo y el motor de la relación entre profesores y alumnos: abrazar con pasión la vida en libertad, como expresión sublime de la obra del creador. Formar personas capaces de vivir en plenitud su vocación trascendente, como hijos y no como esclavos del mundo.
La conquista de esta vida en plenitud, exige de coraje y determinación; demanda disciplina, autodeterminación, constancia y trabajo; capacidad para sobreponerse y rigor; a todo esto Polain lo llamó carácter.
Saber sobreponerse en pos de la conquista de la plena autonomía, formando jóvenes verdaderamente libres, dueños del mundo y constructores de sus propias circunstancias. Este eje, central en la vida de la comunidad escolar del educar para la libertad, lejos de ser una cuestión semántica, se transformó para Polain, en una manera de hacer educación conectada a su verdadero sentido, que conllevó no pocos riesgos y algunos tropiezos.
Explicar las "bondades del sistema", para lograr motivar a padres y profesores formados bajo la exigencia y la disciplina tradicional, no debió resultar tarea fácil, como tampoco resulta fácil implementarlo en el día de hoy.
Creer en las potencialidades del niño y del joven, dar el espacio para que la autonomía surja, tomó su tiempo y dan cuenta del compromiso esperanzador de Polain por la persona del niño.
Mucho antes de que la personalización se pusiera de moda en Chile, Polain implementaba una manera de vivir la relación educativa en la cual la singularidad, el ritmo personal y la autonomía, fueran una realidad en su proceso progresivo y secuenciado, desde la formación de la sensibilidad del niño, a la formación del juicio del muchacho adolescente.
De la mano de esta manera de entender la educación, vino la otra gran contribución de sentido, cual es la de construir una vida de comunidad fundada en relaciones de confianza.
Para Polain, no era posible vivir una educación con verdadero compromiso humanista y trascendente, sin que esto implicara una relación personal, cimentada en la credibilidad recíproca.
Confianza que se forja al calor de una relación personal; relación en la confianza que nunca se impone y jamás se termina de conquistar. Una relación en la verdad y la transparencia que se muestra como una invitación para todos, padres, educadores y alumnos.
Esta emoción fundamental, desde donde se construye el estilo de relación personal del Notre Dame, es una pieza clave a la hora de comprender su experiencia educativa. No es posible aspirar a formar personas veraces, libres y plenas, desde el control o desde la obligación.
Solo es admisible consolidar una autonomía en el niño o el joven, desde la creencia de que el otro es un ser posible en libertad; que cuenta con potencialidades suficientes para lograr metas y alcanzar propósito desde el entusiasmo y el compromiso que él mismo sea capaz de descubrir para su vida.
Este compromiso con la credibilidad en el otro, dibujo en el día a día de la pedagogía de Polain, una manera de relacionarse que llevó a enriquecer la comunicación de alumnos, profesores y padres de familia, en una relación siempre dinámica y sorprendente; no exenta de riesgos, pero conectada nuevamente con lo esencial de la relación formativa del Notre Dame: "el niño cree en su colegio, el colegio cree en el niño".
Es esto y no otra consideración técnico-pedagógica, la que proporcionando un clima acogedor, amoroso y hogareño, propio de la relación entre hermanos que comparten un estilo en el vivir.
Ahora bien, hemos reseñado lo esencial del ideal educativo del Padre Polain. Pero, ¿cómo se hace posible la vivencia diaria de esta manera de entender la educación?; ¿cómo se traduce en el día a día, esta aspiración formativa entre alumnos, profesores y padres de familia?...
Indudablemente esta manera de concebir la educación, no podría haber tenido una implementación formal, al momento de concretar su metodología y su praxis. Fue necesario encontrar los contextos desde donde vivir el estilo pedagógico del Notre Dame. Fueron puestos a prueba, desde la arquitectura embrujada de un castillo encantado, lleno de múltiples espacios y rincones, a la manera de establecer las relaciones de autoridad y aprendizaje, desafiando la inventiva de los educadores de turno.
Polain, visualiza un desarrollo del aprendizaje centrado en el protagonismo del niño y del joven. Deja un espacio enorme a la experimentación y al ensayo, fomentando la capacidad para hacer con otros y emprender acciones ambiciosas, con sencillez de recursos, estimulando la creatividad y la inventiva; a todo esto él lo llamó educación de la participación.
El aprender haciendo, le permitió ofrecer al muchacho toda una gama de oportunidades para desplegar el aprendizaje con sentido; formular las preguntas necesarias y participar del descubrimiento del mundo en compañía de otros.
Nada más característico que posibilitar aprendizajes significativos, desde la capacidad de acción de niños y jóvenes, capaces de hacer mucho más y llegar mucho más lejos de lo que los adultos (padres y profesores), o el sistema educativo (planes y programas), pudieran llegar a imaginar.
El método Scout viene aquí a entregar un camino extraordinario de infinitas posibilidades de acción en compañía del equipo de amigos y compañeros de aventura: la patrulla.
Surgen aquí, los dos ejes prácticos de la pedagogía de Polain, cuales son la vida al aire libre y la expresión entendida como conversación con el mundo.
Vida al aire libre que es capaz de lograr el estímulo maravilloso por el aprendizaje, junto con mostrar un estilo de vida sencillo en contacto con lo natural, lo simple y lo bello; relación propicia y trascendente tan distinta y distante, de la vida superficial que la ciudad le ofrece a nuestros niños.
Dar rienda suelta a la imaginación en el canto, la danza, el teatro, el juego y la poesía, expresando naturalmente la alegría de vivir en comunidad, son experiencias significativas y profundas en la invitación pedagógica de Polain.
A través de estas actividades abiertas a todos los miembros de la comunidad escolar, se busca proporcionar oportunidades de formación y crecimiento personal, en pleno contacto con la naturaleza, fomentando su conocimiento y cuidado.
La vida al aire libre no es para Polain un fin en si mismo; por el contrario representa un espacio propicio, desde el cual es posible estimular el desarrollo de actitudes que contribuyan a formar personas integras, comprometidas con los valores del evangelio. Conectados con el ser y no con el tener.
Promover e incentivar la integración social, por medio de actividades de equipo, competencias y juegos de recreación, forma parte del objetivo central del excursionismo y la vida al aire libre. Se trata de motivar la comunicación interpersonal desarrollando habilidades sociales básicas, que estimulen la comunicación efectiva, en un ambiente de fraternidad.
Desarrollar una pedagogía que proporcione oportunidades de logro, permite ofrecer un espacio amoroso a todos sin excepción, en el cual cada uno de los alumnos tendrá la ocasión de lograr metas y alcanzar sus objetivos.
Esto determina la necesidad de implementar un plan de trabajo que, considerando las diferencias individuales, permita experiencias exitosas que fortalezcan la personalidad y consoliden el carácter.
Entender la acción pedagógica como un lugar desde donde motivar la autodisciplina, ejercitando el dominio de sí mismo, estimulando la exigencia y la superación personal, indispensables en la formación de la voluntad y el carácter.
Este es el diseño desde donde Polain, le da sentido a la acción pedagógica; ideal educativo que requiere de educadores comprometidos, que sean capaces de crear múltiples, instancias de participación para aprender haciendo, dentro y fuera de la sala de clases, estimulando preguntas, antes que acumulando información.
Tantas y tan variadas acciones que día tras día, van construyendo el quehacer pedagógico del Colegio Notre Dame.
Congregando personas con historias y necesidades específicas; imaginando como hacer de este sueño del educar para la libertad un proyecto posible y concreto a la medida del niño y del muchacho.
Esta es la manera peculiar que desarrolló Polain, de hacer educación. Complicidad fundamental de adultos formadores (padres y profesores), al servicio de niños en expansión, que solo requieren un contexto de confianza, para desarrollarse en plenitud.
Este es el compromiso sustantivo de un sacerdote iluminado, que supo distinguir lo fundamental de la vida y nos invitó a todos, los de ayer y los de hoy, a vivir la aventura de ser constructores del mundo, aprendiendo en la acción, en la sencillez de la convivencia cotidiana, en el juego y en la alegría de vivir en comunidad.
Nada de lo que Polain realiza o impulsa, dentro o fuera de la sala de clases, es fruto de una simple casualidad. Hoy como ayer, el colegio Notre Dame declara su intencionalidad pedagógica, presente en todos y cada uno de los actos cotidianos.
Esta manera de hacer en la participación, no es un elemento decorativo en el modelo del colegio; no forma parte de una supuesta originalidad; es parte sustantiva de un estilo pedagógico.
Estilo que Polain supo imprimirle desde sus orígenes al modelo educativo del colegio, consolidando una impronta que marca y deja huella en el corazón de las personas que se han educado en esta comunidad, generando una identidad y un estilo que es posible re-conocer con claridad.
No es casualidad que en el Notre Dame la acción esté privilegiada como la manera de entrar en la reflexión necesaria y posterior; reflexión y acción que nos llevará de la mano para transformarnos de niños en adultos, sin "quemar etapas", siendo capaces de vivir en plenitud, comprometidos con nuestra felicidad y la de los demás.
Participando, aprenderé a descubrir todas mis maravillosas posibilidades como ser humano y me reconoceré en mis virtudes y talentos.
Participando creceré en experiencia aprendiendo de mis errores.
Participando, estableceré los vínculos necesarios que me permitirán vivir en comunidad.
Participando, tendré la opción de ser protagonista de mi vida, transcendiendo en ella, bajo la mirada cariñosa del Señor. |