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Historia

 

 

         "...Yo, acompañado de un equipo de chiquillos que formaban una primera patrulla scout, buscamos una 'casa' y la encontramos: una especie de pequeño castillo emplazado en medio de un jardín inmenso lleno de plantas y árboles de toda clase, con un gran espejo de agua, desocupado desde hacía dos años porque tenía reputación de estar 'embrujado'... ¡Justo nuestro ideal! Por suerte el buen don Joaquín, párroco de 'La Anunciación', estaba dispuesto a depositar toda su confianza en el nuevo rector, y compramos la casa.

         Era imposible concebir una escuela tradicional en el cuadro de una casa embrujada. Afortunadamente, no caímos en el error, tan común, de instalarnos en una construcción como la gente cree que 'debe ser' un Colegio, sino como nosotros lo soñábamos...".

Padre Roberto Polain Cartier

"Educar para la Libertad"

  1. El Proyecto de Peñalolén (En Construcción)

 

FUNDACIÓN DEL COLEGIO NOTRE DAME DE LA ANUNCIACIÓN

 

 

¿Cómo se gestó su fundación el año 1952?

 

            Para responder a esta interrogante recurrí al testimonio de Fidel Oteíza Morra, en esa época alumno del Padre Roberto Polain, en el Instituto de Humanidades Luis Campino, más tarde su colaborador y amigo, como Jefe de Tropa, Profesor, Inspector General y Vice-Rector del Colegio Notre Dame.

            Fidel cuenta que por el año 1951 llegó al Luis Campino, un "cura raro", hacía clases de Religión y hablaba poco castellano, pero que les interesó y llegó muchísimo con "su mensaje". Este era muy distinto de lo que habían escuchado antes, el Padre era muy abierto a escuchar las inquietudes de los muchachos, y poseía una gran comprensión de lo que era la vida de cada uno de ellos, estaba lleno de ideales y de cosas que se podían hacer que iban mucho más allá del mundo relativamente estrecho que se les había mostrado hasta entonces, esto, unido a su gran sencillez hizo del Padre una figura muy atrayente para aquellos muchachos de 15 y 16 años. Y así a poco de conocerlo los chiquillos empezaron a quedarse en "su pieza" jugando pingpong, escuchando música, buena música, jugando ajedrez, comentando un libro, leyendo un poema o algo que había encontrado interesante compartir con ellos. Creando así un lugar, un ambiente grato donde se podía ir a conversar y a compartir.

            De hecho, el Padre les mostró la faceta humana del sacerdote, con un mensaje nuevo y diferente. Apreciaba lo bello y les enseñó a apreciarlo en la música, la pintura, la literatura y en los bosques, ríos y esteros de nuestro Chile que tanto amó. Les entregó afecto, confianza y creyó en ellos, dio una visión diferente de lo que podía ser la educación. Y ahí mismo empezó a soñar con lo que después sería su obra en Chile, el poder reunir muchachos en torno a una aventura de imaginación, con ideales con una especie de ley, de búsqueda de ayuda a los demás. El Padre siempre tenía presente y mezclaba sus ideales en todo aquello que había vivido en Bélgica durante la Segunda Guerra Mundial, experiencia dura, pero con grandes ideales y esperanzas, que le marcó muchísimo.

 

¿Cómo llegó el Padre al Colegio?

 

            El Padre había sido ordenado sacerdote durante la guerra y llegó a ser Capellán del Ejército de la Resistencia Belga, luego pasa a Alemania como Capellán del Ejército Belga de Ocupación. Allí inicia su experiencia de trabajar con muchachos que habían perdido a sus familias, ayudándoles a organizarse, y enseñándoles a ser consecuentes con los compromisos adquiridos en aquello que habían proyectado.

            Estando en Alemania le ofrecen partir a un país lejano, desconocido: Chile, con un grupo de familias belgas que desean alejarse de Europa para ofrecer a sus hijos una tierra libre de guerras. Llega en barco a Chile Chico por Punta Arenas, y allí empezó a hacer scoutismo con los hijos de los colonos belgas y de chilenos residentes. Contaba que su primer campamento, al otro lado del lago Carrera había sido espectacular, durante la noche bajaron los pumas y se dedicaron a rondar las carpas sin que nadie pudiera dormir, al día siguiente debieron abandonar el lugar.

            A los dos años de estar en Chile Chico conoce a la familia Izquierdo, que poseía tierras en esa región y vivían próximos a la Parroquia de la Anunciación. El Padre estaba terminando su misión en Chile, mas Roberto Izquierdo le señaló que "no podía irse, aquí hacía falta sacerdotes" y le hizo llegar un pasaje para Santiago y lo recibió en su casa. Allí conoció a Don Joaquín Aguiar, entonces Párroco de la Anunciación, que anhelaba fundar una escuela para los niños de su Parroquia. Y quien al saber de la experiencia pedagógica del Padre le ofreció la Rectoría de ese Colegio, el cual pasó a llamarse "Colegio Notre Dame de la Anunciación", parte del nombre en francés por el Padre, según señala Don Joaquín Aguiar.

            Unieron sus esfuerzos y al poco tiempo se concretó la compra de "una casa castillo rodeada de naranjos, y con una pileta inmensa al frente, en la que al anochecer croaban los sapitos".

            Monseñor Aguiar recuerda que la compra de la casa se concretó con dinero recaudado por medio de una rifa que las señoras de la Parroquia mantenían a través de todo el país, bajo la dirección de la señora Raquel Rojas de del Pozo, apoyadas por vecinos como don Roberto Izquierdo, don Alfonso Díaz Ossa y don Nicomedes Campos, entre otros y se realizó con la debida autorización del Arzobispado de Santiago. El próximo paso fue implementar las dos primeras salas de clases, y llegaron los bancos de pino bipersonales y se ubicaron en el 2º piso, en lo que hoy día corresponde a la oficina de Haydée e Isabel y la de Jorge y Pedro.

            La idea de Don Joaquín era la del constructor innato que había en él, quería un Colegio de 1.000 alumnos "como el San Jorge" que estaba tan próximo en Pedro de Valdivia. El Padre, por su parte, quería un Colegio pequeño a "dimensión humana", de hecho empezó sólo con 5º y 6º año de preparatorias y siguió avanzando hasta completar las humanidades. Entre bromas decía "que a partir de esa edad los niños eran educables, les aparecía el alma". Un colegio pequeño que tuviera una forma de relación de tipo familiar, todavía hoy se encuentra instalado en una casa. El hecho de haber elegido una casa medio castillo, no fue casual.

            Su ideal, por un lado, mantener una familia, la gran familia Notre Dame, y por otro lado, los ideales de lealtad, fraternidad y cortesía de los caballeros andantes de la Edad Media, que traía del Scoutismo Europeo. Esta influencia se refleja también en el escudo del Colegio y su lema: "Aquí forjamos nuestras armas".

            El Padre Polain postulaba la idea de que el niño desde temprana edad puede ser responsable de su propia formación; los grupos de muchachos tienen una forma de vida distinta de los adultos, con reglas propias y válidas, su rol sería darle una posibilidad para que su juego crezca, y es a partir del juego y reglas propias de cada uno de los estudiantes que el Padre va a construir su Colegio, un colegio pequeño, donde cada muchacho es identificado por su nombre.

            El Colegio Notre Dame nació gratuito, el Padre sostenía que al Colegio debían poder entrar los "hijos de cualquier persona que así lo deseara, e insistió mucho en poder tener niños de diferente nivel social, y cada uno pagaba según lo que pudiera. Este predicamento creó un gran impacto en esa época, especialmente en términos del muchacho que ingresó al Colegio, tanto hijos de intelectuales, futbolistas y embajadores, entre otros.

            En esa época el Colegio ya contaba con sus humanidades completas a cargo de Gonzalo Gutiérrez, y con la construcción de las salas de clases en que hoy funciona los cursos de Enseñanza Media, y las salas del patio chico con el laboratorio donde funcionaba 5º y 6º año de preparatorias a cargo de Maruja y Jorge Gray.

            Entre los años 1961 y 1962 se acabó la rifa de la Parroquia, esta era el gran medio de financiamiento del Colegio y si bien pasó a ser pagado, se mantuvo la posibilidad de otorgar becas para quien lo necesitara.

            En 1964 se completó las preparatorias hasta 1º año, el "Colegio Chico" empezó a funcionar en una casa arrendada en la calle Mont D'or y su primera directora fue la señora Delia Silva de Oteíza, al año siguiente se crea el Kindergarten. Y en 1966 se adquirió la casa de Avenida El Salvador, donde funciona actualmente el "Colegio Chico".

            Y así han pasado 30 años caminando, en esta aventura llamada Notre Dame.

 

Isabel Oteíza Morra.

 


 

NACIMIENTO COLEGIO CHICO

 

 

            Por allá por el mes de julio del año 1963, el Padre Roberto Polain invitó a Héctor Hernández a corregir pruebas en su pieza, pues allí hacía menos frío que en el comedor.

            Hacía 5 meses que Héctor había llegado al Colegio, pero nunca había conversado con el Padre en forma muy personal. La primera pregunta fue: ¿Qué te parece el Colegio? Y él contestó que le encantaba el sistema, el acercamiento y la amistad profesor-alumno.

            Los alumnos ingresaban a 5º Año Preparatoria. No existía el resto de los básicos.

            Héctor le planteó al Padre su extrañeza por el hecho de no tener las preparatorias completas, y lo enriquecedor que sería el poder ir formando desde el más pequeñito, al sistema de confianza.

            Se entusiasmó con la idea. Era un gran "aventurero de la Educación". Citó de inmediato al Directorio de Padres para esa misma noche. Les planteó la idea; quedando ésta concretada de inmediato.

            Se arrendó una casa en la calle Mont D'or. Se eligió el profesorado, se aceptaron los alumnos y en marzo de 1964 se iniciaba el "Colegio Chico". En esa casa funcionaría desde 1º a 4ª preparatoria, siendo su Directora la Sra. Delia Silva de Oteíza.

            El Colegio Chico se iniciaba Mixto, con doble jornada y medio pupilaje.

            En 1966 el "Colegio Chico" se trasladaba a su actual domicilio: Avda. Salvador 1633, sólo con alumnos hombres, desde Kínder a Sexto Básico, siendo, a partir de ese instante, su Director Héctor Hernández.

            En el año 1979 se hace cargo de la Dirección María Angélica Villalón, profesora jefe de Sexto Básico. En esta importante misión ha estado acompañada por el siguiente equipo de profesoras: Verónica Celedón, Rebeca Díaz, Victoria Sanhueza, Mercedes Abatte, Ivonne Strange, Ana María Melo, María Angélica Díaz y María Teresa Soto.

 

 


 

UN HERMOSO PROYECTO

Parroquia de la Anunciación

 

"Don Joaquín"

 

            Monseñor Joaquín Aguiar G., venerable sacerdote que actualmente tiene 84 años, llega en 1935 a la actual plaza Pedro de Valdivia que en aquel tiempo era un "corralito" y funda la Parroquia Nuestra Señora de la Anunciación. Don Joaquín no sólo construye el templo parroquial, sino que se preocupa de crear un colegio donde se eduquen tantos niños que ambulaban por las calles y potreros de aquellos contornos.

            Dieciséis años más tarde, la parroquia lanza una rifa a través de todo Chile para ayudar a las parroquias pobres de Santiago y beneficiar las obras de la parroquia de la Anunciación; entre ellas, comprar el actual castillo donde funciona el Notre Dame.

            Don Joaquín destaca y agradece la cooperación de tanta gente generosa: "podría nombrar a tantos, pero temo dejar a algunos en el camino", afirma don Joaquín. A mediados de 1951 conoce al Padre Roberto Polain, "experimentado educador belga", a quien propone asumir la rectoría del nuevo Colegio que se fundará con la venia del Arzobispado de Santiago. La proposición fue aceptada y el Padre Polain le da vida a esta iniciativa de don Joaquín, conduciendo el Colegio basado en los principios del Evangelio, practicados a través del método Scout.

            Agrega don Joaquín: "todas estas realizaciones las inicié yo, esto no lo digo por vanidad, pues 'lo que hace la mano derecha no debe saberlo la izquierda', pero también dice el Señor: 'luzca vuestra luz entre los hombres de manera que aquellos que os ven, alaben al Padre que está en los cielos'". Don Joaquín termina diciendo: "en esta obra no he tenido otro pensamiento que la gloria de Dios".

            Este artículo es producto de una entrevista tenida en casa de don Joaquín.

            El Colegio agradece infinitamente a este noble sacerdote, que estando enfermo, recibió con alegría la noticia de nuestra visita, aportando así, con su sonrisa y diálogo pausado a esta revista que quiere ser fiel testigo de los agitados comienzos que hicieron posible la creación de nuestro querido Notre Dame.

            A él y a su familia nuestra más honda gratitud.

 

Entrevista: Francisco Guzmán.

 

Publicado en Revista Aniversario del Colegio 1982.